Cambios en el estilo de vida, situaciones inesperadas, sensación de falta de tiempo… Cuando se altera nuestro estado de ánimo, nuestros hábitos alimenticios cambian. La ansiedad o el nerviosismo pueden llevarnos tanto a comer mucho como a comer demasiado poco, y esto puede ser muy perjudicial para la salud.
Cuando comemos descontroladamente…
- A veces queremos comer incluso cuando no tenemos hambre. Factores físicos, como el cansancio, la sed, la falta de sueño, una vida sedentaria o algunos problemas de salud, pueden provocar que nos saltemos comidas, comamos de forma convulsiva o piquemos entre horas.
- La ansiedad, los nervios, el estrés o el aburrimiento son factores emocionales que pueden llevarnos también a comer mal. Nuestro cerebro suele asociar la comida a momentos felices, y por eso sentimos alivio al comer grandes cantidades, algo que ataca a nuestra salud.
- Los famosos “atracones” hacen que comamos más de la cuenta sin necesidad. Eso puede provocarnos remordimientos y sentimiento de culpa, algo que probablemente acabará llevándonos a un segundo atracón, y a un tercero, entrando en un círculo vicioso.
¿Cómo controlar estos hábitos?
- ¿Es hambre? Antes de comer, párate a pensar si lo que sientes es hambre o aburrimiento, frustración, ansiedad, cansancio… Come solo si es hambre.
- Come sano. Si no puedes frenar la necesidad de comer, opta por lo saludable: frutas, infusiones o yogures desnatados. Mantén alejados los bollos, el chocolate, los caramelos o los embutidos. ¡Si no los ves no los ansiarás tanto!
- Regula las cantidades. Para calmar el hambre basta con una ración moderada: no hace falta coger todo el paquete de galletas o la barra de pan entera. Contrólate.
- Mantén la mente ocupada. Cuando hayas consumido la cantidad recomendada, empieza una actividad: lee, sal a pasear u ordena un cajón. Así no pensarás en la comida.
- Relájate. Es recomendable que sigas un ritmo de vida tranquilo. Deja de lado las prisas para evitar los problemas con la comida y aprovecha para practicar deporte. Puedes aprender técnicas de relajación o apuntarte a clases de yoga: verás como tu estado de ánimo mejora, el estrés va a menos y recuperas tu sonrisa.
- Recurre a expertos. Recuerda que la supervisión médica puede orientarte si los problemas con la comida te sobrepasan.